domingo, 15 de marzo de 2009

El silencio antes de Bach no existe

De qué callada manera, decía Pablo en una de sus composiciones sobre la rosa del jardín y el rosal principal del mes de abril. "Cual si fuera la primavera", y el pobre muriendo.

El silencio en las canciones. Cuánto lamentar que juguemos al escondite detrás de las palabras. Y cuanto agradecer que a través de ellas pero ya sin ellas, gane la comunicación el silencio.

En alguna ocasión se patentó una verdad (¿ es posible que las ideas sean patentadas ?, ¿ por qué siempre que viene un conjunto brillante de palabras ordenadas y con sentido, se debe considerar la posibilidad de que alguien más se ha adelantado ?. Parece una primicia compartida; siempre y cuando sea sincera, no?) que trata acerca de que para hablar bien hay que saber callar no menos bien. Lo inefable sólo cabe insinuarlo en el silencio.

Personalmente, acabo diciendo las cosas definidas por naturaleza como indecibles y, en consecuencia, dejo sin decir las otras. Aún así, no hay que temer que nos reprochen nuestro mutismo. Es muy conocido que la gente tiende a calificarse o evaluar su personalidad con algarábicos parámetros. No se diga cuando nos toca hablar del resto. Uy. Uy. 'La crueldad de los niños es infinita'.

Ahora que lo pienso, y ojalá sin compartir la primicia, ir a la esquina a pensar en lo que hiciste tiene algo de sabiduría. O por lo menos nos conforta saber que la producción de reflexiones no se verá mermada por estridencias carentes de estructura. Algún tiempo atrás, concluí que los silencios permiten retomar el rumbo, sin dejar que el tiempo que pase sea demasiado extenso, y así retomar geográfico-astral-polares posiciones pasadas para situarse en el punto en el que queremos continuar la melodía.

¿ A quien no le ha pasado que, sin paciencia alguna, conjuró el silencio, estrepitosamente, sólo por calificarlo de vacío o inexistente ?. Dichosos los que hacen silencio, porque de ellos será el cielo de los reinos.

Tanto como el sonido o más, el silencio debe tener un lugar privilegiado en la vida de cada cual como si fuera una partitura. Sin silencio no hay música. 'Una conversación deshilachada es peor que el silencio, un silencio compartido es mejor que la mudez'.

En el ruido como en el silencio puede producirse un intercambio y un enriquecimiento: el trasvase de una emoción, de un parecer, de una inteligencia. Las horas de sueño en conjunto nunca dejan de ser un tipo de comunicación; y en su modesto nivel de actividad mental, confortan el espíritu, alegran el corazón y despiertan un sentimiento de almohada fría en verano...una invitación a bailar. (Shall we?)

Further more, el silencio en ocasiones es la mejor conversación: El silencio elocuente. Ese que dice tanto sin decir nada, ese que se niega a hablar ahora, acentuado por el gemido discontinuo del viento y el contraste del agua. Agua cristalina y turbia al mismo tiempo, como la espuma en la cresta de las olas del mar, aquellas que sin su sonido no tienen razón de ser.

Al silencio habría que ponerle una calle, o un campo de fresas, o dejarlo ser, dejarlo ser, dejarlo ser. Aunque el silencio se empeñe en callar, se ha instalado aquí como una vieja amiga, en este sitio tan falto de él; y es así que uno, a veces impreciso y desaprobador de él, y a veces deseoso de que no calle, aunque lo quiera, lo invita a un americano.

Bienvenido al tren.

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