jueves, 18 de marzo de 2010

Cansado y agotado de pensar

Feliz cumpleaños, Don Gustavo.
Hace como dos años que estaba en la misión de documentar la vida de mi abuelo y hoy retomé esas ganas, luego de 3 intentos fallidos durante este lapsus.
Me contó la historia de sus hermanos fallecidos, las aventuras de su padre y como a sus 36 años embaucó a las monjas de algún convento para que le den la mano de mi bisabuela, huérfana desde los 3 y quinceañera para entonces.

Mientras todo esto transacurría, estaba yo en el espejo del baño de la sala principal, admirando las arrugas de la frente y pensando en las pesadillas que puede sentir Cristinita cuando le hacen zoom en sus videos. Todos quisiéramos ser jóvenes para siempre...aunque en mi caso más me ganan las fuerzas de querer conservar esa energía infinitamente. En fin.

Entonces, escuchaba la historia, y regresé a ver al cuadro colgado solemnemente en el altar de recuerdos. Era él. Don Manuel Quintana Benalcázar. Con un mostacho de galán mexicano en los 20. Chaleco, corbata rayada...y el mismo peinado que llevo yo ahora. En ese instante tomé un papel higiénico, lo remojé (del verbo mojar con gotas suicidas del grifo...una y otra y otra vez hasta hacer una consistencia híbrida -todo en menos de 3 o 4 segundos-, inexplicable para el buen entender del común denominador de los mortales) y empecé con ela labor de limpieza de la 'fotografía' dibujada en 1870.

Al terminar la historia y la limpieza del cuadro, hubo luz en mi cabeza: 1. retomar la vocación de historiador, 2. dejar de pensar tanto en qué escribir o cómo unir todo en una misma historia, 3. empezar a ser más desgraciado.

Y bueno, en esas estoy. Hasta pronto, ingenu-o-a-s.

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